Hasta los dientes


Mediados. Ya no conocemos las cosas sino que lo hacemos a través de los medios. Parafraseo a Ignacio Ramonet en La Tiranía de la Comunicación: yo no sé si las lágrimas de los chicos en Senegal son ciertas pero lo creo porque puedo sentir las mías. No conocemos por nuestra experiencia real- que es cada vez más limitada- sino por el contacto cotidiano que tenemos con las noticias; con la agenda de los medios.



No le saquemos toda la responsabilidad al lector: nosotros decidimos qué comprar y el contrato de lectura que establecemos con tal o cuál medio no hace otra cosa que reafirmar nuestra propia visión del mundo. Pero eso no deja de ser peligroso y más en los tiempos que corren.

Ayer se sumó un capitulo más a la saga que entretiene a todos los argentinos: la pelea Clarín- Gobierno. Pablo Moyano bloqueó, durante un par de horas, la distribución de los diarios Clarín y La Nación por un conflicto gremial importante pero no más que los demás conflictos que se vienen dando en la Argentina este último tiempo. Lo notable es que ni Clarín ni La Nación abren sus ediciones digitales hoy hablando de esto- cuyo patoterismo, en sí, es más que criticable. No. Lo llevan a la abstracción absoluta de "la libertad de expresión", de la intolerancia del gobierno hacia los medios opositores.

Entonces me pongo a pensar en Doña Rosa, que puede ser mi abuela inmigrante o mi madre maestra de matématica. Cierro los ojos y las veo adelante del televisor o leyendo el diario papel con una solemnidad que asusta. Ellas nunca escucharon hablar de las mediaciones o de Ignacio Ramonet o de Eliseo Verón: no entienden que eso que vemos es sólo una mirada sobre la verdad y que, posiblemente, los medios nunca puedan darnos una mirada honesta sobre las cosas. Ni La Nación pero tampoco Página 12 o El Argentino, que directamente ignoran el hecho. Ven al conductor de ese programa que miran desde siempre y, con cara seria y objetividad absoluta, dice que ahora los K van por la libertad de expresión y que la violencia que ejercen para hacerlo posible es total; o, si sos del universo oficialista, que los medios monopolicos no van a parar para destituír a este gobierno.

En el medio, posiblemente, algo parecido a la realidad.

Lo único cierto es que la violencia también puede ser simbólica: los palos de los camioneros de Pablo Moyano, duelen, pero los titulares de los diarios también.

Si se inventara hoy, sería mejor


Las actualizaciones de software y hardware, los avances en términos de interfaces y los siempre nuevos dispositivos moviles llevan a los evangelizadores de la tecnlogía a pensarla de manera mesíanica, todopoderosa, salvadora. Con la llegada de este Iluminismo 2.0 pareciese que el campo se divide entre creyentes y herejes- los que dan todo por la nueva fe de los ordenadores y los que, negados, se aferran a un pasado que ya no existe.




Como me reconozco del primer grupo, me llamó la atención este articulo de Juan Villoro en la revista "El Malpensante", de Colombia. En esta nota- cortita- el autor se pregunta si es realmente lo tecnologico lo que nos fascina o la novedad: ¿Qué pasaría, entonces, si la impreta no hubiese existido nunca y hubiesemos pasado, de las tablas de arcilla a las pantallas táctiles del Iphone? ¿Llamarían nuestra atención las hojas de papel de la misma manera que hoy nos fascina el Kindle de Amazon? ¿Le daríamos el nombre de "revolución" al formato de libro si fuese un invento posmoderno?
Por primera vez el conocimiento se asociaría con el tacto y con la ley de gravedad. El invento aportaría las inauditas sensaciones de lo que solo funciona mientras se sopesa y acaricia. La lectura se transformaría en una experiencia física. Con el papel en las manos, el lector advertiría que las palabras pesan y que pueden hacerlo de distintos modos.

Paradojicamente a lo que plantea el autor se puede encontrar de manera digital, en la edición online de la revista "El Malpensante".