La banalización de la política



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A mi Mirtha Legrand no me caía mal: es hincha de Racing- como mi papá- y, por su edad, la relaciono indirectamente con mi abuela y sus comentarios doñarosistas. "Qué barbaridad", es su frase de cabecera, y nadie que empiece una oración con ese latiguillo puede ser tomada en serio. Pero hace una semana, aproximadamente, me di cuenta que Mirtha Legrand- con sus peinados coquetos, sus vestidos de diseñador y sus joyas prestadas- no es una viejita inofensiva. De hecho, es peligrosa.

Y no es solamente Mirtha Legrand. Marcelo Tinelli, Susana Giménez y Jorge Rial, personas que hicieron mucho para banalizar la cultura de este país, ahora van por la política. Se quejan, en su rol de ciudadanos, de la falta de seguridad. Pero se olvidan de que su trabajo de comunicadores conlleva una responsabilidad social: construyen, a través de la palabra y el lenguaje audiovisual, visiones del mundo que modifican y transforman otras. ¿Existe la inseguridad por qué me roban, porque le roban a los míos, o porque Mirtha- entre bocado y bocado de salmón- dice que así es? Es innegable que la violencia social ha aumentado y que, en un país con un %50 de pobres, la inseguridad es una cuestión indiscutible. Pero, ¿es cierto aquello que informan, que la inseguridad- de un día para el otro- "ha aumentado gravemente"?

No. Desestabilizar es un arte que algunos entienden muy bien. Detrás de los medios, hay poder. Y ese poder tiene intereses que se valen de personajes como Mirtha Legrand o Susana Giménez- señoras reaccionarias y millonarias que hicieron su dinero sonriéndole a gobiernos que de buenos no tuvieron nada- para llegar a otras señoras, igual de reaccionarias, tal vez, pero mucho menos millonarias, que tienen el cerebro achatado de tanto mirar sus programas.

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