El video es, en apariencias, tierno. Es una anécdota infantil, de esas que tuvimos todos y está animado de manera entretenida. A pesar de eso- quizás hasta motivado por- este video sigue dándome piel de gallina, inclusive después de haberlo visto tres veces.
La sinopsis es clara: dos chicos construyen una cámara de juguete y empiezan a relatar las noticias más relevantes del jardín. A los demás les entretiene tanto la idea que deciden copiarlos. A la semana se habían organizado en cadenas y cada nene empezó a jugar un papel importante en la producción: maquillaje, cámara, presentador, director, etc. Todo iba bien hasta que un día dos chicos empiezan a pelearse. Alrededor, 20 compañeros con cámaras los apuntan pero nadie hace nada. No es hasta que los profesores separan la pelea y las cámaras se prohíben que el respeto por la dignidad humana vuelve a ese jardín.
La crítica hacia los medios tradicionales es total pero, si lo pensamos bien, también a los medios 2.0 y a la participación ciudadana en la creación de noticias. Que los periodistas se queden parados mientras el hecho ocurre es una tragedia pero es parte del trabajo de reportar los hechos; una distancia que sirve, también, para crear una sensación de objetividad. Pero con la aparición de redes sociales y de cámaras en los teléfonos todos somos periodistas. Y eso es positivo- en cuanto a la primicia, en cuanto el periodismo puede llegar a lugares ocultos- pero muy negativo en cuanto a la veracidad, a la privacidad y a la humanidad.
Hace unos días nos sorprendió la noticia de la masacre de Fort Hood, en Michigan. Un soldado mata a otros 13 y hiere a 30. ¿Cómo nos enteramos de esto, en vivo? Una soldado, encerrada, twittea lo que está pasando. Lo twittea sin checkear; twittea lo que piensa que es cierto. Pero lo que ve no es la verdad... los hombres que ella dice que murieron fueron, en realidad, capturados y la información de que existieron otros tiradores también se comprobó como falsa. "El pescado podrido" se distribuye de internet a las cadenas nacionales y de las cadenas nacionales al resto del mundo. La soldado gana notoriedad y obtiene sus 5 segundos de fama.
Si todos somos testigos pasivos, como los chicos que cambian su comportamiento por tener una cámara en la mano, nadie es ciudadano activo: son pocos, entonces, los que separan las peleas. El resto está muy ocupado filmándola.
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