Etiquetas para periodistas


¡Qué graciosa esta foto que apareció hoy en 9gag! Entre las "etiquetas de advertencia" que deberían incluír los articulos periodisticos encontramos:

PELIGRO: Este articulo contiene información no verificada de Wikipedia
OJO: El periodista oculta sus propias opiniones bajo la frase "la gente opina"
CUIDADO: Para asegurar una futura entrevista con el personaje, ciertas preguntas importantes fueon emitidas
WARNING: Este articulo es sólo una copia de una gacetilla.


500 days of summer (Review)


¿Alguna vez te rompieron el corazón? ¿Sobreviviste, con cicatrices espantosas, a una relación tormentosa? ¿Le tiraste a él, tal vez, el proverbial cenicero en la nariz o fuiste vos, macho argento, el que dio un portazo para nunca más volver? Estas preguntas, tan típicamente neuróticas, tan simbólicas de nuestros tiempos, nos identifican con la trama de “500 días con ella”, la opera prima del director de videos de MTV, Marc Webb.

Su plan es ambicioso: contarnos lo mejor de una historia de amor y lo peor de su desenlace. Tom (Joseph Gordon-Levitt), un arquitecto que trabaja hace años en una compañía de tarjetas especiales, es un romántico incurable: va por la vida con el corazón en la manga, esperando encontrarla a ella, su media naranja. Cuando conoce a Summer (Zooey Deschannel), la nueva secretaria del jefe, cree haberla encontrado. Pero ella, mujer moderna, no cree en etiquetas. Hija de padres separados, asume que todas las relaciones monógamas traen, eventualmente, complicaciones. “El amor es difícil – le dice a él en su primera cita – hay muchos sentimientos dando vueltas y a la larga todos salimos lastimados”. Tom no la escucha y avanza igual, enamorándose irremediable y absolutamente. Pero justo cuando el espectador asume que los justos de corazón han ganado, que el afecto ha triunfado, se quiebra la historia de amor y empieza la otra, mucho más ingrata; la del desamor.

Con un presupuesto magro, no fue fácil para Webb contar las dos caras de una misma historia. Para ello emplea a Zooey Deschannel y Joseph Gordon-Levitt, famosos dentro del movimiento de cine independiente americano – a esta altura, casi un género en si mismo—y explota, sin excepción, los típicos recursos de película de Sundance: la música folk, la vestimenta retro, los silencios entre los planos, la anacronía como medio para contar la historia en “flashbacks”. Lo esencial de “500 días con ella” es que no abusa de los clichés de película independiente, sino que los incorpora a la historia y los convierte en la médula de los personajes. Las canciones de “The Smiths” y el amor de ella por Ringo Starr, por ejemplo, ilustran un momento bisagra entre Summer y Tom, el punto en el que él cree ver en ella a la mujer de su vida. En “500 días con ella”, entonces, estos recursos son utilizados de manera inteligente y no como planteo snob o accidental de director amateur de cine.


Es que “500 días con ella” triunfa por su simpleza; por contar, a su manera, la historia de cada uno de nosotros. Pero también se atreve a ir ahí, donde muchos directores de Hollywood han ido, y da un paso más. Para Marc Webb, como finalmente para Tom, lo importante no es el tiempo que transcurre desde el flechazo hasta que se rompe el corazón, sino el viaje de transformación. La sensación agridulce que queda después de ver “500 días con ella” es intencional y está ahí para recordarnos que nadie sobrevive una relación entero, sin haber producido los anticuerpos necesarios para resistir la próxima.

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Escrito para Habilitación Profesional I

Fahrenheit 451


Agarrar el monedero. Caminar hasta la verdulería. Elegir las frutas más jugosas, las que reconoce por olfato o por intuición como las más dulces. Ponerlas en una bolsa de plástico. Cerrarla. Mientras Don Carlos escribe en un pedazo de papel las cantidades y los precios, discutir brevemente sobre el tiempo y el barrio. Arañar el fondo del monedero buscando monedas de diez centavos. Pagar. Caminar las cuadras que la separan de su casa.

Esta rutina -- tan cortaziana en su espíritu mecánico -- es un acto cotidiano; algo que mi abuela y mi mamá hicieron toda su vida si querían comprar mandarinas o espárragos, camisas o botones, vinilos o libros. Ignoran en su condición de inmigrantes digitales de Coto online, de Amazon.com, de la linda tienda online de American Apparel. De a poco (de hecho, durante el transcurso de sus vidas) hubo cambios progresivos pero seguros; el pasaje de un mundo analógico y pesado a uno liviano y digital. Es que si la manera de producir cambió, es justo decir que la manera de consumir también. Esta obviedad, tan físicamente evidente cuando recibimos las bolsas del supermercado o ese celular de Mercadolibre, les complica la vida a varios editores de diarios y también a varios programadores de televisión.

Piano, piano si va lontano

Ayer Newsweek, en su edición gratuita que viene los domingos con el Herald, incluyó una nota de Daniel Lyons sobre The Huffington Post. Este diario online, explica, es el que más ha crecido en visitas únicas y uno de los primeros en demostrar ganancias en su modelo de negocios. El año pasado ganó 30 millones de dólares, una suma pequeña comparada con lo que siguen ganando los diarios papel pero ejemplificadora en su crecimiento. El Huffpo es exitoso allí donde las grandes marcas fallan, tal vez porque -- dicen los que saben -- las plataformas de noticias en internet no son un buen lugar para los anunciantes. ¿Cuándo fue la última vez que clickeaste en esos avisos horribles e intrusivos de los grandes diarios online?

A los editores, entonces, se les presenta una gran paradoja: el papel está muriendo, el crecimiento de las redes sociales y de los portales online como The Huffington Post están atrayendo a sus lectores con formatos más dinámicos que le hablan de igual a igual a los nativos digitales. Entonces si el barco de papel se está hundiendo, si no queda más remedio que saltar desesperados al formato digital, la necesidad de conseguir un modelo de negocios rentable se hace cada vez más evidente.

Es que si el papel arde -- en el proverbial fuego de Fahrenheit 451, o séa unos 233 grados celcius-- somos muchos los que arderemos con él. El Huffington Post sea, tal vez, el gran pionero a imitar; el agua que venga a apagar tanto fuego.